
Hoy me he levantado con el ánimo un poco trastocado por la muerte de un buen amigo. Nos separaban muchos años, podía ser mi padre o incluso mi abuelo pero lo cierto es que siempre conectamos muy bien y mantuvimos una relación bastante buena durante muchos años. Era de esa clase de personas que, aún con su carácter, siempre están de buen humor.
He llegado al trabajo, he conectado el ordenador y he leído un nuevo fallecimiento de alguien conocido de ese rinconcito de Zamora, Ayoó de Vidriales, al que me gusta escapar de tanto en tanto para oxigenarme. He pensado que en los últimos dos o tres años han fallecido en torno a 30 personas de un total de 399 habitantes (para tres pueblos), todos ellos conocidos, vecinos, amigos,...
Y no se que me ha impactado más, si saber que la población de "mi" paraíso terrenal va camino de su ocaso de forma imparable, si haber tenido que poner nombre y cara a cada uno de los difuntos o si lo peor ha sido cerciorarme de que el camino siempre llega a su fin.
Siempre he sido un "cagón" con el tema de la muerte, es hablar de ella e inmediatamente siento un vacío en el estómago, una sensación muy desagradable, pero la muerte está ahí, esperando. Durante muchos años haces como si no existiera, como si fueras inmortal pero con el paso del tiempo llegas a la conclusión de que en cualquier momento te asaltará, quizás cuando mas te apetece vivir, quizás cuando mejor te encuentres, siempre cuando menos la esperas.
Hoy quiero acordarme de todos esos vecinos y amigos que han muerto durante estos años y deseo que "Ella" tarde muchos, muchos años en volver a acordarse de nosotros. ¿Egoísta?.
Un saludo
No hay comentarios:
Publicar un comentario