
Desde hace algún tiempo vengo avisando que las cosas en mi empresa no van del todo bien. La crisis ha afectado como a todas pero además los devaneos de mi jefe, su vida más que contemplativa, su comportamiento anormal y falto de ética nos ha afectado más aún.
Yo creí, y sigo creyendo, que me afectaría el desenlace cuando este llegara. El viernes llegó, le han pillado, han destapado todas sus miserias, mentiras y vergüenzas. Como primera medida: cese fulminante que tendrán que ratificar el jueves, detrás de esta medida otras como paralización de actividades, bloqueo de cuentas, denuncias y un largo etcétera que se traduce en trabajo para los que hemos quedado.
Afortunadamente nos han dejado al margen, de momento, y el futuro se antoja duro pero por fin podemos relajarnos de la tensión de los últimos meses cuando todos veíamos lo que se avecinaba. Esperaré a que todo se recoloque y a la contratación del nuevo responsable y espero gustarle y que no decida que necesita a alguien con cualidades distintas a las mías. Confío en mí y en mis posibilidades pero desconfío del futuro, ya sabéis, mi pesimismo habitual.
Un saludo